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Ante el reciente hallazgo de hidrógeno blanco en las cuencas de la Cordillera Oriental y Sinú-San Jacinto, se abre para el país una nueva perspectiva energética que trae posibilidades y retos relacionados con la viabilidad de su aplicación. Este elemento que se encuentra de forma natural en el subsuelo y que podría revolucionar la obtención de energía, conlleva preguntas que van más allá de su extracción. 

 

 

El hidrógeno blanco emerge como alternativa para reducir las emisiones de gases contaminantes: su producción no genera dióxido de carbono ni otros agentes contaminantes, y se extrae de yacimientos naturales en piedras porosas como lutitas, pegmatitas y areniscas. Este gas, que se acumula en pequeños poros de estas rocas, ofrece una alternativa limpia para el futuro energético y por primera vez fue encontrada en Colombia, con lo cual, el país entra en el panorama de búsqueda de este elemento.

 

“El hidrógeno es probablemente la fuente de energía del futuro. Como combustible no genera ningún residuo y por tanto es uno de los focos en la lucha contra el cambio climático. Pero estos entusiasmos deben ser equilibrados con realismo”, advirtió César Vinasco Vallejo, profesor titular del Departamento de Geociencias y Medio Ambiente de la Facultad de Minas.

 

Saber que Colombia tiene yacimientos de este elemento es un primer paso para entender el potencial y los límites de esta fuente energética, ya que la transición energética está llena de paradojas. Así lo resumió el investigador: “Ningún sistema, ni el eólico, ni el marino pueden ser netamente limpios, ya que requieren tecnologías y fuentes de energía convencionales. Incluso para obtener hidrógeno se necesita aplicar energía, y esa energía —al menos por ahora— suele provenir de combustibles fósiles. La huella de carbono neta es baja, pero es importante. Hay que entender que la actividad humana contamina de una u otra manera”.

 

Vinasco insistió en que la palabra “contamina” debe ser comprendida en su contexto real y no desde el dogma. En su opinión, uno de los errores actuales es asumir posturas absolutas que niegan la complejidad del problema ambiental. La transición energética —y el papel del hidrógeno en ella— debe abordarse desde la investigación rigurosa, no desde juicios que pueden frenar sus avances.

 

A diferencia del hidrógeno gris, azul o verde —que requieren procesos industriales para su obtención—, el hidrógeno blanco se encuentra de forma natural en formaciones geológicas específicas. Algunas de las fuentes más importantes están asociadas con rocas máficas y ultramáficas que están al interior de la corteza. Lo que hace único al hidrógeno blanco es que no necesita ser generado, solo extraído, lo que en principio reduce los costos energéticos y ambientales de su producción. Está en casi todas partes.

 

Aunque el hidrógeno es uno de los elementos más abundantes del universo, apenas hace algunas décadas sabemos que es un combustible. La tecnología para identificar y extraer yacimientos viables aún está en desarrollo. “Para Colombia siguen varios retos relacionados con evaluar la viabilidad del yacimiento es necesario analizar múltiples factores, como la cantidad de hidrógeno almacenado, su concentración, su facilidad de extracción. Todo eso implica trabajo de campo, perforaciones, modelado geológico y desarrollo de infraestructura. Hay que perforar, abrir vías, carreteras, tumbar árboles, abrir bosque, utilizar fuentes de agua”, opinó Vinasco Vallejo.

 

Aquí es donde surgen las tensiones con la protección ambiental. El hidrógeno blanco, en su proceso de extracción, sí es limpio, pero tendría otros costos ambientales. Para obtener una fuente limpia se deben alterar ecosistemas, usar recursos naturales y generar cierto nivel de impacto.

 

Además, como señala el profesor, la ciencia en Colombia enfrenta una limitación crítica: la falta de financiación. “Necesitamos un sistema de ciencia y tecnología fuerte, con muchos recursos. Para explorar yacimientos de manera responsable se requieren inversiones sostenidas en investigación, formación de doctores y magísteres, laboratorios y grupos de trabajo interdisciplinarios”.

 

El Servicio Geológico Colombiano —SGC— y la Universidad Nacional de Colombia están realizando investigaciones superficiales y análisis del subsuelo para estudiar los depósitos de recursos energéticos en varias regiones, como el Valle del Cauca, Quindío, Risaralda y Caldas, entre otras.

 

El potencial geológico de Colombia es innegable. La presencia de formaciones con rocas ultramáficas en regiones como Chocó y otras zonas del país ofrece un terreno fértil para la exploración de hidrógeno blanco. Pero sin inversión, estrategia estatal y liderazgo científico, ese potencial podría quedar sin aprovechar.

 

Esta molécula es el pilar para lograr el objetivo del Acuerdo de París, que busca cero emisiones de gases de efecto invernadero para 2050. Pero hay que recordar que no es un material inagotable,  nada en la Tierra es infinito, aunque es el único hidrógeno sostenible desde el punto de vista ambiental, puede representar desafíos para formas más sostenibles de generar energía.

 

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