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En la Facultad de Minas perviven algunos de los patrimonios más valiosos y menos conocidos de Medellín. Mayo, como mes de los museos es la oportunidad de recorrer las colecciones que se preservan en el campus: el laboratorio de mineralogía, la colección de rocas volcánicas y el Museo de Geociencias, en el que está abierta la exposición “Del pasado al presente: evolución del material educativo".

 

 

La labor académica de la Facultad de Minas ha configurado un campus que es en sí un museo al aire libre, que guarda detalles para todo aquel que lo transita; así su arquitectura, historia y componentes naturales, se entrelazan con las colecciones de rocas y minerales, conformando un espacio que vale la pena redescubrir. Uno de esos lugares que esconden detalles es el Museo de Geociencias que está ubicado en el segundo piso del bloque M3.

 

“Albergamos diversas colecciones, algunas reconocidas como patrimoniales. Entre ellas destacan las de rocas, minerales y fósiles, además de una colección incipiente de material docente compuesto por equipos y herramientas antiguas, hoy en desuso, pero valiosos para comprender la historia de la enseñanza de las ciencias en la institución. Conservamos un archivo que incluye libros, correspondencia y un valioso registro fotográfico de salidas de campo y actividades mineras realizadas en las décadas de 1930 y 1940, cuando la Facultad era aún la Escuela Nacional de Minas”, destacó Marion Weber Scharff, directora del Museo de Geociencias.

 

En los frescos de los bloques M3 y M5, desde 1947, el visitante puede leer historias de la ciencia nacional e internacional, de la minería, la física, la astronomía y la ingeniería, todo hilado en una composición estética con la que Pedro Nel Gómez ensalzó el conocimiento. El componente arquitectónico, diseñado y construido entre 1938 y 1953 bajo la dirección del maestro Pedro Nel Gómez, constituye una joya patrimonial declarada bien de interés cultural del ámbito nacional en 1995.

 

La Facultad de Minas es un testimonio del pensamiento integral de su creador, según el profesor Luis Fernando González Escobar, arquitecto e historiador, estudioso de la obra de Pedro Nel Gómez y autor del libro Pedro Nel Gómez, el maestro, arquitecto, urbanista y paisajista.

 

“Pedro Nel Gómez no solo diseñó espacios funcionales, diseñó escenarios para el pensamiento y la emoción. En estos vemos una narrativa simbólica que atraviesa los siglos: desde la historia de la patria hasta la conquista de la gravedad. Una visión integral del ser humano, que anticipa discusiones actuales como la inteligencia emocional y el rol ético del conocimiento. Las escalinatas, los pórticos, los muros pintados al fresco y la gran cúpula del auditorio principal reflejan una cosmovisión donde la ciencia y el arte se entrelazan”, expresó González Escobar, arquitecto y profesor de la Facultad de Arquitectura.

 

Todas estas creaciones están rodeadas de otras arquitecturas naturales en las que crecen más de 90 especies arbóreas como mangos, eucaliptos, madroños, cascos de vaca y chumbimbos. Según el profesor León Morales Soto —ingeniero forestal y cuidador del Arboretum y Palmetum de la sede Medellín—, el campus de Robledo ha tenido transformaciones inevitables, pero parte de su memoria botánica está preservada. “No todos los días se estudia rodeado de árboles únicos como el arizá —Bronea multijuga—, casi extinto en la ciudad, o bajo los antiguos eucaliptos que una vez definieron el paisaje visual de la Facultad”.

 

En conmemoración del Día Internacional de los Museos 2025, la exposición Del pasado al presente: evolución del material educativo invita a explorar cómo ha cambiado la manera de enseñar las ciencias geológicas. Filminas, antiguos microscopios, instrumentos ópticos y material gráfico conforman esta muestra que documenta la transmisión del conocimiento a través de los años y refleja la historia viva de la pedagogía científica en la Universidad Nacional.

 

Custodias de la historia de la Tierra

 

 

Además del Museo de Geociencias, que alberga un recorrido permanente por la historia geológica del país, otras colecciones como la del laboratorio de Mineralogía y el laboratorio de rocas volcánicas —y meteoritos—, perviven en el bloque M1 para docencia e investigación.

 

Cada muestra de roca o mineral ha sido cuidadosamente clasificada, cumpliendo una doble función: pedagógica y patrimonial. Algunos estudiantes las estudian como parte de su formación, pero también son piezas de museo, con valor simbólico, estético y científico. En esta colección se encuentran desde basaltos de erupciones milenarias hasta meteoritos que provienen del espacio exterior.

 

Estas colecciones albergan materiales colectados en salidas de campo, algunas de confines colombianos a los que es difícil acceder: aquí guardamos una suerte de memoria de esos lugares. Incluso, hay sitios donde ya está prohibido realizar recolección de muestras físicas de rocas. Desde ese punto de vista, nosotros tesoros que nos van a servir para estudiar esos sitios sin necesidad de afectarlos”, sintetizó John Jairo Sánchez Aguilar, geólogo y guardián de la colección de rocas volcánicas.

 

En su testimonio, señala que estos objetos no son simples piedras, cada mineral guarda una historia profunda: “Son testigos silenciosos de los cambios geológicos que han dado forma al país, fragmentos de un tiempo profundo que nos hablan de los orígenes y la evolución de la Tierra”. De esta manera cada roca, fósil o instrumento antiguo es una fuente de datos geocronológicos, geoquímicos y estratigráficos que, reinterpretados con tecnologías actuales, aportan al estudio de la evolución del territorio, los recursos naturales y los cambios ambientales.  

 

En un contexto de crisis climática, pérdida de biodiversidad y transformación acelerada del paisaje, este museo vivo adquiere un valor estratégico. Su riqueza no solo radica en lo que conserva, sino en lo que permite proyectar: escenarios de sostenibilidad, reconstrucciones paleoambientales y decisiones fundamentadas en evidencia geológica. Entender la Tierra, desde sus capas más antiguas hasta sus dinámicas actuales, no es solo un ejercicio académico: es una herramienta crítica para anticipar y afrontar los desafíos del presente y del futuro.

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